¡Libertad! Derecho de réplica
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Recientemente me he visto envuelta a pesar mío en un muy desagradable giro de habladurías.
Una persona, que estaba recibiendo un intercambio de e-mail entre las personas que colaboran con el sitio y yo (incluida una carta muy personal que, por error, había enviado en reply-all en vez del reply to- cosa que me apresuré a explicar, ni bien me di cuenta del error)-, en vez de exponer la propia opinión en aquel contexto y habiendo tenido dos días enteros para hacerlo libremente como otros lo han hecho, aprovechó la tribuna de un grupo privado y secreto, de número reservado y accesible bajo presentación previa y sucesiva aprobación, para chismear, hablando de "espectáculo degradante"; de "grotesco", de "manía de chismear" y otras amenidades.
Viniendo a saber del asunto por una leal amiga y no estando acostumbrada a esconderme detrás de un dedo, le hice presente a la persona que no me agradaba semejante comportamiento y que prefería que lo que constituyen comunicaciones libres y privadas entre las colaboradoras del sitio y yo sigan como tales y no se conviertan en objeto de chismes.
Otras personas expresaron su propia opinión en este sentido.
La persona en cuestión nos respondió, pegando en su e-mail su mensaje al grupo, diciéndome que no soy reconocible (lástima que haya sido reconocida...), tildándome de maniática y agregando que su inspiración de narradora es fértil, pero reservada al otoño y a otro sitio. Agregó que eliminaría mis cartas posteriores.
Tomado pues acto de la expresa voluntad de tal persona de dejar el sitio y sopesados toda una serie de hechos, tomado en cuenta el tiempo que las revisiones de sus escritos me costaban, después de haber confirmado la firme voluntad de que mis intercambios de e-mails privados sean y sigan siendo tales –y no dados en pasto a chismes-, decidí remover todas sus narraciones del sitio y se lo comuniqué, adjuntándole las versiones originales, sin sus respectivas revisiones, en modo que el otro sitio publicase estas, si quisiese, y no las versiones revisadas con ocasión de una publicación para nosotros.
La persona me respondió con una carta como nunca ofensiva y recriminatoria, en la que, entre otras cosas, me invita a ignorarla en lo sucesivo y a futuro. Tomé nota. Como me pedía, no le respondí.
Evidentemente, sin embargo, la persona no es coherente, porque inmediatamente empezó a hablar mal de del sitio y de mí en el mismo grupo, cizañeándome contra varias personas, sin que yo hubiese tenido algún derecho de réplica. Sin que yo supiese nada.
Pasaron varios días, ciertamente, antes que yo fuese informada y en el ámbito de una cuestión completamente distinta. Sucede, en efecto, entretanto, que toda una serie de rendiciones de cuenta transversales se entremeta, de esta forma, en motín, pidiendo, como contrapartida a la exclusión del sitio de esta persona, la cabeza de Fiammetta de aquél grupo.
Y, así, Fiammetta, que de aquél grupo privado formaba parte pero se había puesto en modalidad de no recibir mensajes y, por consiguiente, no recibía e-mails, fue procesada, sin saber nada, por iniciativa de un triunvirato (sabemos bien cómo terminaron tales órganos de la Historia...) por haber hecho público (¿?) un mensaje del grupo, violando el reglamento. Hecho público significa habérmelo enviado a mí, una sola persona. En realidad Fiammetta fue procesada porque es notoriamente cercana a mí, y, por lo tanto, envuelta en este ajuste de cuentas que en realidad estaba dirigido a mí. Los mismos ataques a mí están orquestados y vienen de parte de una persona que yo nunca tomé en cuenta para el sitio y que estaba aún, evidentemente, resentida por esto. Vienen de una persona, entre otras, con las que he tenido qué decir con relación a la tutela de mi privacy, cuando, también en aquélla ocasión, mis asuntos personales fueron objeto de chismes. Actitud inveterada, evidentemente.
En suma, la venganza llegó. Fiammetta procesada a sus espaldas, sin que pudiese tener manera de dar su opinión, sin siquiera haber sido avisada. Yo difamada, como persona y como webmaster, con todo el nombre y apellido, y, también yo, sin derecho de réplica.
Obviamente, el derecho de réplica –que ya de por sí es esencial- lo es todavía más si el acceso a aquellos chismes en contra del sitio y en contra mía son hechos en Internet, por muy club "a número cerrado" que sea.
Y el derecho de réplica, que ya he ofrecido a Fiammetta, si acaso no le fuese concedido (por cuanto sea ridículo que un derecho deba ser, graciosamente, concedido), me lo tomo, libremente, sobre las páginas de mi sitio.
1) Expulsiones.
El colectivo (el Pesebre, ¿¿¿tipo Lobo Alberto???) comunica a terceros y no a la interesada querer expulsar a Fiammetta. Si no fuese que NO es el colectivo quién expulsó a Fiammetta, sino que Fiammetta ya había decidido ponerse en suspensión en vista de una eventual salida; esto puede acaso perturbar, pero es la verdad, y honestamente la conducta de la zorra y las uvas no es la conducta más madura.
2) ¿Por condición?
Sólo por aclarar, luego, visto que se quería expulsar a Fiammetta (por lo menos, si estuviese inscrita) por haber divulgado mensajes secretos, la persona en cuestión, que divulga a mí y a otras, numerosas personas, el propio mensaje destinado a la lista secreta, ¿sería pues pasible[1] de expulsión también ella? Más aún, de expulsión máxima, dado que, mientras Fiammetta envió un e-mail a mí, ¿ella lo ha enviado a quince personas? Y ¿no es risible la pretensión de reserva por parte de quiénes primero violaron en forma pública la reserva de un intercambio de e-mail perteneciente a la vida del sitio al que se dirigía, y no a otros?
3) ¿Reglamentos?
No existen personas que deban ser indulgentes hacia las otras, administrando graciosamente su arbitrario poder, el derecho de réplica no debe ser concedido, sino que existe. Hay, en cambio, en esta circunstancia, sólo personas que quieren poder murmurar impunemente a las espaldas de otras, y se escudan en las *saludables reglas* para evitar que el objetivo de sus chismes supiese NO quién ha hablado mal, sino tampoco que se ha hablado mal. Este es el problema.
No neguemos la evidencia. ¡Qué reglas! ¿Reglas violadas? ¿Y la corrección? Aquí es preciso sopesar que una persona tiene razón y la otra no, porque ha tenido un comportamiento que, para la vida civil, ¡es desdecible! Porque, aún pudiendo contactarme, por dos días ha callado, salvo para aprovechar la ávida ocasión de la tribuna de aquél grupo para murmurar.
4) Lealtad.
Porque Fiammetta fue, sí, acusada de haber divulgado un mensaje, pero si lo hizo fue avisando al grupo que me lo estaba adjuntando a mí, la interesada; y por mera lealtad hacia mí, una amiga. Y si lo ha hecho, pues, lo ha hecho a la luz del sol, respecto a aquél grupo, y por lealtad, para conmigo. Y por eso fue atacada. Por la espalda. Después de días. Cuando la cuestión estaba aparentemente cerrada.
¡Y nadie la avisa! ¡Bello grupo de amigas!
No es para nada leal, en cambio, quién, escondiéndose detrás de reglamentuchos -hechos sólo para tenerlos al abrigo de las justas recriminaciones de los dardos de las habladurías, aprovecha del grupo protegido para murmurar injustamente de alguien hacia quien se alberga resentimiento.
Y no es leal quién propone expulsar a una persona, sin siquiera avisarla, salvo, luego, cuando esta persona la contacta vía sms, cambia rápidamente el texto de la e-mail en la que propone la exclusión, buscando salvar la cara, pero sin afrontar a la persona.
5) ¿Grupos o bandas?
Grupos de personas que se declaran amigas de todos pero después, en los hechos, se avergüenzan de lo que han hecho hasta el punto de deber tenerlo escondido a todos, incluidos a aquellos que tienen su misma índole y que pues son implícitamente cómplices o están dominados; no son considerables grupos de amigos o, al menos, grupos de personas con las que sea posible construir algo.
Esto no quiere decir estar siempre de acuerdo, sino no tener miedo de confrontarse. Esconderse detrás de reglamentuchos es típico de quien no sabe construir relaciones maduras con los otros.
6) Tutela de reserva.
En el club donde no sólo se ha hablado, a nuestras espaldas, con e-mails muy venenosos del sitio, de mí y de cuestiones que eran privadas entre las muchachas del sitio y yo –no obstante yo hubiese pedido y confirmado, de frente a las indiscreciones de aquélla persona, que tales siguiesen siendo-, pero, por añadidura, se ha aprovechado la ocasión para hablar mal del sitio, de mí y de Fiammetta, que no necesariamente deben estar legadas a cuestiones técnicas del sitio.
De esto, de este giro de e-mails, ni Fiammetta ni yo hemos sido advertidas, por días enteros. ¿No es estigmatizable, esto? ¿Dónde está la reserva para con nosotras? ¿Dónde está la lealtad de personas que se declaran amigas?
Y, ¿no es estigmatizable el hecho que, queriendo echar a Fiammetta (que por otro lado ya no estaba) por haber divulgado (a mí, una persona sola, la amiga de la que aquel mensaje murmuraba), un mensaje, se haya divulgado (y, esta vez, a casi cuarenta personas) mucho más, en cuanto a opiniones, asuntos personales, respeto y respetabilidad, violando, esta vez sí, su reserva, la mía, la de las personas que estaban en aquél giro de e-mails (privado), para hacer leña del árbol caído y estúpida, estupidísima habladuría, sobre todo si pienso ¿entre las manos de quién estaban? Gente que, en vez de razonar, en vez de invitar a la calma, en vez de escuchar la otra campana, prefiere, visceralmente, practicar con algo de demasiada frecuencia el fácil deporte (¿o maliciosa costumbre?) de seguir en masa y linchar públicamente (cierto, en el público palco de un grupo secreto, pero siempre de frente a casi cuarenta personas) las personas con las que, por otras razones, muchas veces no del todo conocidas, límpidas y cristalinas, alguna de ellas le tiene tirria.
7) La gestión de un sitio.
Se me recrimina cómo gestiono el sitio. El control de calidad. Pero hay tantos sitios a los que se puede enviar material, si no se está de acuerdo con mi gestión... quizá, más bien, es la exclusión de este sitio la que quema... Quizá, quién no ha sido acogido, todavía está resentido por esto. Quizá, quién me ha escrito no deseaba colaborar más con el sitio, quería el gusto de la última palabra, pero, contemporáneamente, quedarse en el sitio. Mientras del sitio yo la he removido. Y, por otra parte, después de lo que había escrito, no podía, en conciencia, hacer otra cosa.
Las habladurías están y siguen allí. Mientras mi trabajo de webmaster está y sigue estando bajo los ojos de todos, así como el valor de quien colabora con el sitio. La persona en cuestión, la co-group-mom, las otras pueden chismear de mí, apuntándome, pero los hechos están aquí, son este sitio, los contenidos, el nivel. Y esto es un dato de hecho. Y puede también suceder que los contadores de otros sitios estén repletos, yo no busco eso: Quiero un buen nivel de sitio, de contribuciones en el sitio y con este objetivo trabajo. Y cuando aterrizan lectores de excepción, que perciben referencias, matices, que aprecian los textos hermosos y no meros textos de consumo, allí está mi –nuestra, porque es también de las escritoras y de las dibujantes- satisfacción. Porque no nos interesa el camino ancho y practicado por todos, sino el camino difícil y poco practicado. El trabajo, que nosotras hacemos, lo hacemos primordialmente para nosotras mismas, con criterios que nosotras compartimos las primeras. Si, luego, esto a alguien gusta, si sucede que alguien que aprecia esta manera de hacer respetar los hobby (y no manías, como me atribuyese la persona en cuestión), para nosotros es bello, porque habremos trabajado con pasión.
Laura
Mail to: laura.luzi@email.it
Originalmente publicado en diciembre 2001: Laura’s Little corner/ Vetrina:
http://digilander.iol.it/la2ladyoscar/Index.html
Traducción del italiano al español: Shophy shophy@ec-red.com
Lima, lunes 05 de junio, 2006.
pubblicazione sul sito Little Corner del luglio 2006
[1] NdTr. Que es capaz de padecer.