Lectio divina

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Lectio

Dadles vosotros

«Dadles vosotros de comer».
(Mt 14,16).

Estas palabras de Jesús a sus discípulos, en la inminencia del gran milagro de la multiplicación de los panes, para la gente cansada y agotada, pueden ser consideradas como anuncio profético acerca de la futura misión.

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Dadles vosotros de comer

Serán "ellos" los que sacien a los hambrientos y sedientos de Dios, dando "el pan vivo bajado del cielo" (Jn 6,51) para todas las generaciones, hasta el fin de los tiempos. La promesa se hará realidad en el cenáculo de Jerusalén en aquella noche cargada de misterio ante la inminencia de la pasión. "Haced esto en memoria mia" (Lc 22,19). Allí, en el sacerdocio de los apóstoles, ha nacido, que, cada uno de nosotros, cual sacerdote de la nueva y eterna Alianza.
(Sal 86,6).

La humanidad no puede hacer sin Jesús. Tiene hambre y sed ardiente de Él. Al sacerdote le exige Cristo y de él tiene derecho a esperarlo, porque ha sido constituido precisamente para darlo a través del anuncio de la Palabra, pero sobretodo mediante la transubstanciación del pan y del vino.

"El misterio eucarístico, en el cual se anuncia y celebra la muerte y resurrección de Cristo, en espera de su venida, es el corazón de la vida eclesial. Para nosotros, ello tiene, después, un significado especial; está, en efecto, en el centro de nuestro misterio". Esto último no se limita, ciertamente, a la celebración eucarística, sino que implica un servicio que va desde el anuncio de la Palabra, hasta la santificación de los hombres a través de los sacramentos, guiando al pueblo de Dios hacia la comunión y el servicio. Pero la Eucaristía es el punto desde el cual todo se irradia y al cual todo conduce.Nuestro sacerdocio ha nacido en el Cenáculo junto a ella.

"Haced esto en memoria mia" (Lc 22,19); las palabras de Cristo, dirigidas a toda la Iglesia, están afianzadas como un cumplido específico a los que continuarán el misterio de los primeros apóstoles, y a ellos, Jesús,confirma el acto, apenas cumplido de transformar el pan en su Cuerpo y el vino en si Sangre, el hecho en el cual él se expresa como Sacerdote y Víctima. Cristo quiere que, de ahora en adelante, su acto sea, sacramentalmente, también hecho de la Iglesia por mano de los Sacerdotes. Diciendo "Haced esto" indica no solamente el acto, sino también el sujeto llamado a obrar, instituye el sacerdocio ministerial, que será uno de los elementos constitutivos de la Iglesia misma.

Tal hecho deberá ser cumplido "en su memoria"; la indicación es importante. El acto eucarístico, celebrado por el sacerdote, estará presente en cada generación cristiana, en cada ángulo de la tierra, la obra completa de Cristo.

Dónde sea celebrada la Eucaristía, allí, de modo incruento, se hará presente el sacrificio cruento del Calvarop, allí estará presente Cristo mismo, Redentor del mundo "Haced esto en memoria mia"... No simple recuerdo, sino "memorial" actualizante;no reclamo simbólico del pasado, sino presencia viva del Señor en medio de los suyos" (Juan Pablo ll. Carta a los sacerdotes, 23. lll. 2000). Aquello que el sacerdote tiene en la confrontación del cuerpo eucarístico de Cristo, corazón pulsante de la Iglesia, "es un misterioso, formidable poder... En base a ello, Él llega a ser el administrador del bien más grande de la Redención, porque da a los hombres al Redentor en persona. Celebrar la Eucaristía es la función más sublime y más sagrada de cada prebistero. Y para mi, desde los primeros años del sacerdocio, la celebración de la Eucaristía ha sido, no solamente el deber más sagrado, sino sobretodo la necesidad más profunda del alma" (Juan Pablo ll.Don y Misterio. 50° aniversario de mi sacerdocio). Sacerdote, la humanidad te invoca, suplicando la infinita misericordia de Dios, te espera, con ansia te espera. Sólo tu disfrute de la infinita riqueza, de poder donar a Cristo, pan divino, que colma las esperas más profundas del hombre.
(Lc 9,13).

Sólo tú tienes esta potencia de santificación infinita.
Sólo tú, identificado sacramentalmente con Cristo jefe, puedes transformar el pan y el vino con el cuerpo y sangre de Cristo.
Sólo tú, que obras en la Persona de Cristo, por el sagrado carácter indeleble impreso por el Espiritu en tu alma, puedes comprender este milagro para el bien de la iglesia y la humanidad entera
"Hermanos queridos - nos interpela el Santo Padre - Vosotros que "soportáis el peso de la jornada y el calor Mt 20,12), que habéis puesto la mano en el arado y no miráis atrás (Lc 9,62), y quizás todavía más, vosotros que dudáis del sentido de vuestra vocación, o del valor de vuestro servicio. Pensad en aquellos lugares, donde los hombres esperaban con ansia a un sacerdote, y desde donde muchos años, sintiendo su falta, no cesan de auspiciar su presencia. Y viene, tal vez, a reunirse en un Santuario abandonado, y ponen sobre el altar la estola, todavía conservada, y recitan todas las plegarias de la liturgia eucaristica; y en el instante que corresponde a la transbsustanciación, baja, entre ellos, un prrofundo silencio, a la vez interrumpido, quizás, por un llanto... tan ardientemente desean ellos oir las palabras, que sólo los labios del sacerdote pueden eficazmente pronunciar. Tan vivamente desean la Comunión eucarística, de la cual, sólo en virtud del ministerio sacerdotal pueden ser participes".
(Carta novo incipiente, 8.lV.1979 n.28).

La benevolencia y bondad que Cristo nos ha confiado, presbiteros, el gran "Misterio de la fe" para el bien de todos los creyentes. La Eucaristía "es la principal y central razón de ser del sacramento del Sacerdocio, nacido, efectivamente, en el momento de la institución de la Eucaristía y junto a elle... Nosotros estamos unidos de modo singular y excepcional a la Eucaristía. Somos, en cierto modo, "de ella" y "para ella". Somos, también, de un modo particular "sus" responsables.
(Juan Pablo ll. Dominicae cenae, n,2)

Los sacerdotes forman parte del pueblo de Dios. También ellos figuran entre los "fieles a los que la regeneración y formación" la Madre de Dios "coopera con amor maternal" (Lumen gentium n.63). Tienen, al contrario, un especial derecho a su afecto, a su protección, a su guia en consideración del ministerio del cenáculo: Ninguno, como ellos, está asimilado a Cristo, su Hijo, ninguno, más que ellos, están tan intimos en el corazón de Cristo, nadie, como ellos, pudo generar la Eucaristía.

Su vocación es grande y exigente. Son "amigos" de Cristo (Jn 19,27) y tu, no obstante, la humana fragilidad,los conduces a la santidad. Vela sobre todos los sacerdotes, oh María. Ellos confian en tí, no los dejes solos, tenlos en el corazón de tu Hijo sumo y eterno sacerdote.

"María, Madre de la gracia, ten cuidado de tus hijos sacerdotes que, como tú, son llamados a ser los colaboradores del Espiritu Santo, que hace renacer a Jesús, en el corazón de los fieles. Enséñales a ser dispensadores fieles de los misterios de Dios: para que, con tu ayuda, ellos abran a muchas almas, el camino de la Reconciliación y hagan de la Eucaristía la fuente y el cúlmen de la verdadera vida en la que los fieles les confian. Amén.".
(Congregación para el clero, 19.lll.1999).