Nuestra Señora de Oropa


Virgen María

Oropa

Conversiones

Las gracias de conversión, si bien son cotidianas, están entre las más importantes; aún así, sólo en algunos casos los convertidos han pedido el registro y la publicación en el Santuario.

Únete a nosotros

Nuestra Señora de Oropa

En 1564 un hombre estaba en pecado mortal. Hacía 25 años no se confesaba. Era un Capitán que en el arte de la guerra tomaba todas las libertades y satisfacciones. Después, un día, vino a Oropa y la Virgen María le tocó el corazón. No sólo purgó su conciencia, sino que lloró arrepentido por sus pecados. Apenas terminó, partió determinado a cambiar su vida. Se albergó en un Ermita con ásperas penitencias.

Carlo Gastaldi, a la edad de dieciocho años fue declarado tísico. Se encomendó a la Virgen de Oropa para obtener la sanación. Después de haberla obtenido, en el año de 1818 se dirigió hacia Oropa. Como voto y agradecimiento decide abrazar el estado eclesiástico. Entró en la congregación de San Filippo de Biella, reaccionó con celo y caridad, tanto que el pueblo de Biella desea erigir un monumento sobre su tumba en el cementerio de Oropa.

Teresa Giovannini sufría de dolores muy fuertes y buscó la sanación en la medicina. Siendo inútiles los recursos humanos, se dirigió a Oropa. Una vez que llegó al Sacro Monte se dirigió para confesarse y, faltándole humildad, se alteró ante las palabras del Confesor. De este modo no obtuvo la gracia de la sanación.

Cuando regresó a casa, su hijo la convenció de renovar una amplia confesión de todas sus culpas y de formular el propósito de palmar antes que ofender a Dios, de dirigirse a Oropa como manda en caso de sanación. Y la Virgen la curó no sólo en el cuerpo, sino obtuvo la conversión del corazón apenas regresó reconciliada a Oropa.

Narra un Sacerdote que un señor de rica familia confesó haberse alejado de la Iglesia desde hacía 40 años. Después confesó sus culpas. Terminada la confesión se dirigió delante de la Virgen de Oropa y sintió su corazón inundarse de alegría y consuelo que nunca había sentido en su corazón. Era la conversión.

Un joven se dirigió a Oropa y, de modo despreciativo, se presentó en la capilla de la Virgen. Ahí una fuerza oculta lo obligó a caer de rodillas. Comprendió lo horrible de sus pecados y después de 18 años se confesó. La Virgen, en su bondad, conviritió su corazón.

Un hombre que se dirigió a Oropa, apenas entró al Santuario sintió una fuerza oculta que lo obligó a rezar. Terminadas las oraciones sintió en sí mismo un fuerte deseo de confesar sus propios pecados. De esta manera, después de 18 años, limpió su alma y obtuvo la gracia de la conversión. Partió del Santuario exclamando: "Estoy más contento que haber tenido cualquier ganancia en el mundo. Gracias a María Santísima por su Misericordia".

Una joven, hija de una prostituta y vuelta también prostituta, apenas llegó a Oropa se acercó indignamente a la Confesión y a la Comunión. En los días sucesivos fue a la Capilla para asistir a Misa y sintió que la Virgen le tocaba el corazón. Regresó a confesarse con buena disposición y de esta forma recuperó la paz que desde hacía tiempo había perdido. Se sintió convertida y llena de gloria.