Ser cristianos


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Cristianos

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Jesús inicia su misión anunciando que el Reino está presente; revelando la necesidad de cambiar de vida mediante la conversión. Jesús confirma la llamada a conversión de los profetas, la misma que hace Juan Bautista en (Mt 3,2) aunque sus palabras tienen un significado distinto. Los profetas hasta Juan, predicaban una conversión bajo la amenaza del castigo de Dios.

(Mt 3, 2 7 y Lc 3,1-17).

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Solicitud de conversión

Jesús une la solicitud de la conversión al anuncio de la gozosa noticia de que el Reino está cerca. Son palabras de Jesús que invitan a la conversión, pues con ellas el Señor nos ofrece el perdón: la oportunidad de renovar nuestro corazón, capaz de obedecer y restablecer la alianza con Dios.

Esta alianza entre Dios y el pueblo, confirmada en la ley y en las promesas de Dios, constituye el pacto entre Dios e Israel, pero el pueblo no fue fiel y no pudo obtener de Él las promesas. Entonces Jesús establece un pacto por etapas, por el que ofrece el perdón a los pecadores e incumplidores de la ley; por eso sienta a su mesa y la comparte, además, con pecadores y meretrices, llamando a estos enfermos a Él, médico, dándoles la oportunidad de regresar. La conversión que Jesús desea no es un teatral arrepentimiento, sino un retorno al Padre que haga posible Su presencia en medio de los hombres.

Jesús no propone una mera indulgencia a los pecadores, sino que su palabra es eficaz, potente y transforma en criaturas nuevas borrando definitivamente sus pecados. Las tres parábolas de (Lucas 15, 3-32) sobre la alegría de Dios, nos permiten comprender que, el hijo pródigo, la oveja perdida y la moneda extraviada, llevan a Dios y con ese regreso trae más alegría "que por noventa y nueve justos que no necesitan penitencia".

El anuncio de Jesús hace posible la conversión, no es que la conversión haga posible el Reino de Dios. Jesús no requiere ir hacia Dios, como hace la ley, sino la cercanía portadora del amor divino; pide volver a la infancia, no para recuperar,la inocencia, sino la capacidad de recibir con corazón sencillo el don: como un niño.

Convertirse significa cambiar de mentalidad, de espíritu; la fuente de la actuación humana a través de un movimiento personal que lo libere de sí mismo, de todo lo que huela a mundano. La conversión forma parte de un paso que no es de orden moral, sino divino: el orden ético, que no está excluido puesto que representa el fruto de la conversión y que tiene la necesidad de experimentar el perdón, como el publicano en el templo o la mujer pecadora, sin jactarse de las buenas obras ni exaltarse a sí mismo.

Sólo es criatura nueva quién ha sido perdonado, pues capaz de obedecer a Dios de forma radical demostrando que Él reina. En base a esto, la conversión es un hecho definitivo; punto de partida a seguir y que no se puede confundir con una mera renovación moral.

Conversión significa tomar la decisión de emprender este camino tras Jesús, senda que puede ser punto aun con debilidades e infidelidad, pero que posee una fuerza impulsora única.

La conversión es obra de Dios, no una elección nuestra; no debemos hacer esto o lo otro para convertirnos, sino aceptar la invitación de Dios, la oportunidad de ofrecernos para emprender y avanzar en el recorrido de la salvación tras el Señor.

ORACIÓN

Señor Jesús, con el ayuno y la oración Tú has derrotado Satanás y me entregues las mismas armas para ser vencedor con Ti.
Me entrego de todo corazón a la potencia infinita de tu victoria sobre el mal. Sigue venciendo el pecado del mundo y mi pecado personal.
Qué yo siempre esté lleno de Espíritu Santo para vencer con el amor y en la paz cada sugestión del mal.
Siempre dóname alegría y paz en el Espíritu Santo.