Meditaciones


Llevaréis el fuego

Monasterio

El encuentro con Jesús Eucaristía quiere ser para nosotros, un nodo de acercarse más a Jesús como Santa Josefa Menéndez, que tuvo la gracia de hacer, en los numerosos encuentros con Cristo, una escuela para entender y responder a las exigencias del Corazón de Jesús: exigencias de amor y de reparación.

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Exigencias que, entendidas u satisfechas, me llevarán a trabajar en el proyecto de Jesús. Jesús me quiere a su lado para que la humanidad Lo reciba a Él mismo por mi medio, se abra al amor y, entonces, a la llamada que Jesús quiere a todos los hombres buenos de la tierra, santos y felices allá arriba durante toda la eternidad.

El 22 de Febrero Jesús habla a Josefa: Ahora, Josefa, comenzaré a desvelarte los sentimientos que me llenaron el Corazón cuando lavé los pies a mis Apóstoles. Observa que reuní a los doce, sin excluir a ninguno.
Allí estaba Juan, el predilecto, y Judas, que poco después me entregó a mis enemigos. Te diré porqué quise reunirlos a todos y porqué empecé lavándoles los pies.

Los reuní a todos porque había llegado el momento, para mi Iglesia, de aparecer en el mundo, y, para todas las ovejillas: para que tuvieran un único Pastor. He querido también demostrar a las almas que, también cuando están cargadas de los pecados más graves, mi Gracia nunca los rechaza y no las separo de las que amo con predilección. Las custodio en mi Corazón, a unas y a las otras, para dar a cada una las ayudas necesarias a su estado.

Pero qué dolor experimenté al ver representadas en el desgraciado Judas, a tantas almas, con frecuencia reunidas a mis Pies, lavadas con mi Sangre, corriendo hacia la perdición eterna. A ellas quisiera hacerlas comprender que su estado de pecado no debe hacerles alejarse de Mí.

No crean que no hay remedio para ellos y que dejarán de ser amados. No, pobres almas, éstos no son los sentimientos de un Dios que está por verter, por vosotros, toda Su Sangre.

Venid a Mí, todas, y no temáis porque os amo. Os purificaré en mi Sangre y llegaréis a estar más blancos que la nieve. Vuestros pecados serán sumergidos en el agua en la que Yo mismo os lavaré, y nada me podrá retirar del Corazón el Amor que siento por vosotros.

"Josefa, dejáos invadir hoy, por el deseo ardiente de todas las almas y, especialmente las pecadoras, vengan a purificarse en las aguas de la penitencia...que se abandonen a los sentimientos de confianza y no de temor, porque Yo soy el Dios de la Misericordia, siempre dispuesto a recibirlas en mi Corazón".
Aquí termina el primer dictado de Nuestro Señor que Josefa escribió con rapidez: en veinte minutos.

Dice la Santa: Él habla con tal fervor que parece querer derramar todo su Corazón y dilatarse en esta expansión. Ella coge al vuelo estas palabras de fuego, interrumpidas sólo por algún instante de silencio. Luego Él se separa; Su mirada se posa sobre Josefa que, dejada la pluma, queda arrodillada a Sus Pies. Entonces con breves palabras Jesús se despide y desaparece.

Ella permanece inmóvil durante unos momentos, junto a la mesita donde ahora está abierto el cuaderno, inmersa totalmente en el pensamiento de lo que ha oído y escrito. No relee las páginas escritas sino que las entrega a los Superiores siempre presentes: tranquila vuelve al laboratorio donde su trabajo la espera.

Durante el resto de la jornada continuará con el doloroso recuerdo de las confidencias del Salvador. Por otra parte, Él mismo no le deja mucho tiempo sin pedirle nuevas reparaciones por las almas en peligro.

La misma tarde del Jueves 22 de Febrero, cuando está terminando el Vía Crucis, viene a recordarle que cuenta con ella. Esta vez se trata de tres almas "no sólo amadísimas, sino predilectas por mi Corazón. Por ellas vengo a refugiarme aquí y a buscar consuelo entre vosotros. Ve, Josefa, que lo que te ha dicho el demonio es verdad: muchas almas encuentran aquí la vida".

Y determinando su pensamiento: "Vosotros las atraeréis a la verdad, oh almas queridísimas por mi Corazón, con vuestras miserias y vuestro amor". Esta expresión maravilla en ella. Continúa el Maestro: "Sí, aquí predominan dos cosas: la miseria y el amor. Por amor muchas almas aquí encuentran la vida, y la mirada de Dios se ha fijado en este grupo de almas, atraido por la miseria".

La tarde después, Viernes 23 de Febrero, al término del Vía Crucis que ella hizo con las hermanas, Jesús se le aparece. "Estaba delante de la balaustrada. Llevaba la Cruz y Su mirada se fijaba en todos" - escribe.

Dijo: Almas preferidas por mi Corazón, cuánto consuelo me dáis. Si lo pudiéseis ver...cuántas maravillas descubriríais. Vuestras oracones se convierten en tesoros para las almas. Al decir estas palabras Él se me acercó...entregándome la Cruz. le confié mis temores puestos en las notas anteriores, puesto que el demonio no ha dejado de insultar la Casa, la Sociedad...

No temas Josefa. Sólo puede amenzar porque os custodio Yo, que soy Omnipotente. os odia porque os amo. Si tú supieses la Obra tan importante que se hace en esta Casa, y cómo trabajáis por las almas y por mi Corazón...pero ora, mi Corazón está en un mar de amargura por las tres almas que os confié - ha proseguido, tras haber derramado el exceso de Su Amor. Ya que me ofenderán, vendré a buscar descanso y consuelo junto a vosotros, que sóis objeto de mi predilección. Te doy mi Cruz, no me dejéis solo. Amadme y consoladme - ha añadido.