Demonio

La acción

Monasterio El diablo raramente se presenta con efectos especiales o extraordinarios, habitualmente se presenta en las formas cotidianas.

Se muestra, a menudo, al hombre desde su origen, lo separa de los designios que Dios ha preparado para él, para hacerlo vivir en la felicidad y en la luz.

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La acción del diablo

Dios, que es el amor que engendra, en el origen de la historia creó al hombre a su imagen y semejanza y lo puso en Edén, donde estaba toda la creación, para que pudiese gozar de la plenitud de la felicidad estando en comunión con Él. Lo podía todo, excepto comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, pues de otro modo, le sobrevendría la muerte.

Y el demonio que quiere constantemente separar al hombrede Dios, para que la historia se convierta en su reino, tienta con astucia a Eva: "No moriréis, de hecho ... si coméis de este árbol, llegaréis a ser como Dios ... seréis dioses". Eva, solícita, acepta la seducción, vió que el árbol era bueno de comer, grato a los ojos, deseable y, a pesar de la división, come y arrastra a la transgesión a Adán.

El Señor, como había prometido, expulsa a Adán y a Eva del jardín de Edén y, desde aquel momento, todo cambia para ellos. Pierden la verdadera felicidad, la visión de Dios y sobreviene la muerte, la fatiga, el trabajo ... He aquí el efecto del pecado.

El diablo, como ha tentado a Eva, lo hace también con nosotros, con estas acciones:
  • Cambiando la verdad divina por mentiras.
  • Habituándonos a despreciar el conocimiento de Dios porque, según él, el cuerpo es nuestro Dios
  • Incita a poseer, porque la posesión es nuestro YO.

Narra el Génesis lo que pasa en el corazón del hombre. Dios dice a Caín: "¿Porqué estás irritado y abatido tu rostro?. Si haces el bien, ¿no deberías alzar la cabeza?, pero si no actúas bien, el pecado está agachado a tu puerta: hacia tí está la codicia, pero tú, domínala". (Gén 4,6). De estas palabras se deduce lo importante que es para el hombre decidir hacia donde orientar el propio corazón: de un lado para obtener la felicidad, su historia y respetar el proyecto de Dios, y, del otro, arruinar y destruirlo todo.

Caín no escucha las Palabras del Señor, sino que bajo el furor de Satanás, lo hace, macerando en la envidia, matar a su hermano Abel: "¿Qué has hecho? - le dice Dios - La voz de la sangre de tu hermano sube hasta mí desde el suelo. Ahora serás maldito". He aquí el efecto del pecado.

Lo que el diablo inculca en el corazón del hombre, parece evidente en Edén cuando abre los ojos de Eva al fruto prohibido: "Hermosos de ver, bueno de comer, fácil para tener éxito". El fruto que Eva tenía hasta entonces descuidado, se convierte en realidad tangible, gustable y palpable.

¿Qué ha propuesto el demonio a Eva?: "Aquí está tu Dios, quien debe sostener tu vida, esta realidad terrenal". El demonio ha cambiado la realidad de Dios por una presencia sutil, casi un pensamiento: algo terrenal. Con la mente oscurecida, ha sido posible para Eva transgedir.

El hombre que se relaciona con las cosas terrenales, pero no con las espirituales, se siente solo. Afirma San Pablo: "Han sustituido al Creador por la criatura", por eso ahora lo que cuenta no es el Creador sini la criatura. El diablo ha vencido y esto es trágico.

Continúa San Pablo: "Porque el hombre ha cambiado la verdad por la mentira, este cambio del hombre ha provocado una incidencia en la historia. Los que han aceptado la mentira, están abandonados a la impureza, según los deseos de su corazón, así deshonran entre ellos, sus propios cuerpos".

El diablo nos habitúa a desdeñar el conocimiento de Dios, donde despreciar significa querer hablar de Dios de modo marginal, sin efectos en nuestras acciones y modos de pensar. A tal propósito dice San Pablo: "Atención con despreciar el conocimiento de Dios, esta acción del demonio tiene otras consecuencias históticas. Su inteligencia se vuelve depravada y cometen lo que es indigno, colmados como están de injusticias, de maldad, de codicia, de malicia, llenos de envidia, de homicidios, de rivalidades, de fraudes, de malignidad, difamadores, maledicentes, enemigos de Dios, ultrajadores, soberbios, fanfarrones, ingeniosos para el mal, insensatos, tontos, sin corazón y sin misericordia. Y conociendo el juicio de Dios, no sólo continúan haciéndolo, sino que apoyan a los que lo hacen".

El efecto de sustituir la verdad de Dios por la mentira, por obra del demonio, lleva a consecuencias que arruinan la historia. La historia está enferma y lo podremos comprobar aun hoy, incluso en la mayor parte, los hombres no piensan en sus acciones, oscurecidos en la mente, obran de modo diabólico.

Se pregunta San Pablo: "¿qué pasará en la historia hecha por hombres así?, ¿por hombres que son la ruína de las relaciones?" (Rom).
Sí, la creación sufre y gime como los trabajos de un parto y espera la liberación. ¿Qué es esta creación?. La historia no está hecha para ser presa del diablo y se encuentra sometida a su esclavitud a causa del hombre, y esta historia grita y le dice al Señor: "Libérame". Su grito de liberación llega a Dios. Es la estructura profunda de la creación, que implora continuamente a su Creador, y lo hace porque su esencia es divina.

Jesús, Verbo de Dios, dice: "Yo soy la Verdad. Yo soy la Luz del mundo". Aquí está la voz fuerte, que supera a la de Satanás: la voz que da seguridad de verdad al hombre, que está a merced de la oscuridad, de la mentira, Es la voz que propone al hombre el conocimiento de Dios.
En la última cena anuncia Jesús: "Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre" luego, en su oración dice: "Padre, yo les he dado a conocer tu nombre. Ahora lo conocen".

Jesús encarnado ha traido el conocimiento de Dios para permitir al hombre borrar de su historia la depravación de la inteligencia y derrotar la acción del diablo. Exclama: Pablo: "la liberación ha llegado. Cristo Jesús es la liberación, porque es el Verbo de Dios, es la Verdad, es la Luz. El Verbo de Dios se hace hombre, se hace historia, proclama la verdad, el conocimiento de Dios y es una voz más fuerte que la del diablo: este es Jesús, el hombre de Nazaret".