Ángeles


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Gema Galgani

Del Diario de Gema Galgani.

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Los Ángeles

"Una vez, me acuerdo muy bien, me habían regalado un reloj de oro con una cadena, y yo, vanidosamente como era, no veía la hora de ponérmelo y de salir para lucirlo. Por lo tanto, salí y, cuando volví, mientras estaba por desvestirme vi un ángel (sólo entonces supe que era mi ángel guardián) que me dijo, en tono serio:

"Recuerda que los preciosas gemas que adornan a la esposa de un rey crucificado, pueden ser sólo las espinas y la cruz." Estas palabras, que no confié ni siquiera a mi confesor, --las revelo hoy por primera vez--, me dieron miedo.

También el ángel me intimidó, pero, poco después, reflexionando sobre esto que había dicho, tomé esta resolución: por amor a Jesús y por hacerlo feliz, no llevaría ornamentos nunca más y tampoco hablaría de vanidades nunca más"

El ángel la vigilaba, y le explicaba los misterios, y sobre todo la ayudaba a sufrir por Jesús.

"¡La mirada del ángel era tan afectuosa! Y, cuando estaba a punto de irse, cuando se acercaba para besarme en la frente, le rogaba que no me dejase. Pero él me decía: 'debo irme' entonces ve y saluda a Jesús'.

Me dirigió una última mirada, diciendo: no quiero que tú te entretengas con las conversaciones de las criaturas, cuando quieras hablar, habla con Jesús y con tu ángel"

Santa Gema Galgani hablaba con su ángel custodio y le daba encargos delicados, como enviar a Roma la correspondencia con su director espiritual. La carta, apenas terminada, se la da al ángel, ella la escribe: "Está aquí a mi lado y espera." Y las cartas, misteriosamente, llegaban a su destino, sin pasar por el servicio oficial de correos.