James Huyick


Son sólo las 6:30 de la mañana y ya me tengo que levantar para llegar a la oficina a las 8:00 después de aguantar el atasco, los empujones en el metro, las prisas, la gente…soy “broker”, trabajo en la bolsa, y estoy saliendo con una nueva artista de gran talento, Patricia Strice, una joven italiana afincada en Estados Unidos que canta como los ángeles. A pesar de la cantidad de trabajo que tengo siempre, por las noches intento estar con ella y cada nuevo éxito que tiene lo celebramos juntos en el casino con su manager…
Me estiro en la cama y me dirijo al baño, abro el grifo de la ducha y dejo correr un poco el agua para que salga caliente. Me doy la vuelta y… otra vez me encuentro con ese tipo que tanto me mira, pero al que yo jamás veo; otro día más sigue aquí, ¿qué querrá?, no para de mirarme, lo noto.
Me meto en la ducha cuando el agua está caliente, me lavo la cabeza, me enjabono, me froto suavemente y me aclaro. Al salir, me envuelvo un poco en la toalla para que el agua no resbale y moje el suelo y busco mi albornoz detrás de la puerta. Ahí sigue ese tipo, que de nuevo parece acercarme el albornoz. Me tomo un café rápido mientras me visto y cojo las llaves, voy a la entrada y noto como ese tipo continua vigilándome, discretamente; es increíble.
Al llegar a la estación de autobuses, presiento que alguien me sigue, es el mismo tipo que me vigila en casa; lleva meses detrás de mí, pero no consigo saber quién es; allá donde voy oigo pasos tras los míos, siento la insistente presencia de alguien a quien no consigo ver pero que está siguiéndome en todos aquellos lugares donde me encuentro: en el metro, en la fuente de agua de la oficina, en el servicio, en mi propio despacho…¡¿Quién ha mandado que me controlen los movimientos?! ¡¿Qué quieren de mí…?!
A las 17:00 recojo mis cosas de la oficina y me marcho de nuevo a la estación; otra vez ese tipo, qué hombre más insistente…hoy ha sido un día duro, mucho stress, Pero esta noche, Patri y yo iremos a celebrar su nuevo gran éxito al casino, como siempre.
Al llegar a casa, dejo el abrigo en el perchero y como no, el hombre misterioso está ahí, dejando su sombrero y su gabardina junto a la mía sin que yo lo vea; curiosamente parece que me sigue, pero cuando me vuelvo nunca está ¿quién será?¿Qué busca? No sé si podré aguantar esta situación mucho más tiempo; y para colmo nadie me cree…
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Suena mi despertador a las 6:30 y, como cada mañana desde hace una semana, me levanto con mi dolor de cabeza, pero esta mañana es diferente, me duele con mucha intensidad, pero como si tirara hacia fuera.
Me visto y marcho al trabajo. Parece que este tipo no piensa dejarme ni un solo minuto; creo que me estoy volviendo loco… no puedo más… de pronto un fuerte mareo me hace caer al suelo…
Cuando despierto estoy otra vez en el hospital. Tengo un tumor cerebral que no se puede operar, pero sus síntomas pueden reducirse un poco tomando medicación. Ese es el resumen del diagnóstico del médico. ¿Cuánto me queda? Nadie lo sabe; No me atrevo a contar lo del tipo misterioso por miedo a que me encierren en un manicomio, no puedo abandonar a Patricia, es lo único que tengo claro a pesar de que me ha dejado hace un más de un mes, aún tengo la esperanza de que algo cambie.
¡Ahora mismo tengo que averiguar quién es el tipo misterioso y qué quiere de mí!: paso por un cristal y le espero a sentir su presencia cerca; observo el cristal, pues la única forma que tengo de ver de quién se trata: lleva una ropa muy similar a la mía o ¿vamos vestidos iguales?: traje negro de raya diplomática, zapatos negros, camisa blanca y corbata roja, una gabardina negra y un sombrero años 30. Es el colmo, un tipo, que no sé de donde sale, se mete en mi casa, me dice que cambie de pijama me copia mis trajes y me acompaña al trabajo todos los días… lo único amable que hace es darme el albornoz por las mañanas… y que es como mi propio reflejo; ¡Soy yo! Nadie me sigue… Ahora recuerdo que el médico me dijo una vez que los tumores hacen ver cosas que no son… pero la ausencia de Patricia también me está volviendo loco. Cuando estábamos juntos todo era mejor, su carrera era increíble, no paraban de sumarse ceros a su cuenta bancaria. Pero… desde que tengo este tumor y me dejó… ahora me doy cuenta de que no debí acompañarla a los casinos, cada vez está más abandonada…no me siento bien, cada vez me duele más la cabeza…
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22 Noviembre 1998. James Huyick fallece a los 45 años de edad por un tumor cerebral diagnosticado hacía dos años. Amigo, amante y confesor de la cantante Paola Strice, quién le abandonó a los pocos meses del diagnóstico de su enfermedad…

*versione in lingua originale

rachel

 

 

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