Pas de deux
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Eso es, ahora estás aquí, junto a mí. Apoyada a mí. Te has dejado oprimir por mis brazos y estamos en silencio ante el fuego. Te tengo con toda la emoción que tengo dentro, pero también tengo miedo. Miedo de moverme, de apretarte de más. Miedo de seguir adelante. Este momento es un encanto, y no quiero que se rompa.
Estás aquí. Sí, estás aquí, te estoy apretando. Es maravilloso abrazarte, y comprender en cada mínimo, leve movimiento de mis manos, de mis dedos sobre tu cuerpo, que tú lo adviertes y no lo rechazas: lo quieres también tú.
Lo quieres de veras, no quieres que te deje. Tú quieres que te tenga así, entre los brazos, aún.
Cómo es bello sentir tu cuerpo, envolverlo. Tu cintura entorno a la que he pasado la mano, hace pocos minutos, y continúo tocándola así, sin moverme. No oso apretar un poco más los dedos, con todo lo quisiera, quisiera tanto. Estás apoyada en mí, te has abandonado a mi abrazo. No hay barreras entre mi cuerpo y el tuyo, no hay muros entre nosotros dos, esta noche.
Oh… ahora inclinas la cabeza sobre mí, la posas sobre mi hombro, la dejas así, Sí, amor, te lo ruego, abandónala aún más, un poco más. Así, eso, así, Óscar…
Estoy por besarte, Óscar.
Es verdad, no puedo creerlo, con todo es verdad. Estamos juntos, estamos solamente nosotros, esta noche. No hay más nada de todo aquello que nos ha separado… afuera, antes de ahora, ahora.
No está él, y tú no piensas en él. No, no lo estás pensando, en este momento. Son horas, son días que no lo piensas, yo lo sé, me doy cuenta. Son días que me doy cuenta.
No piensas en él, ahora, tú piensas en mí. En mí.
Amor mío, no dejes de pensar en mí, por favor. Todavía no dejes de… Deja que te demuestre cuán grande es lo que siento, lo que nos ata. No cambies esta respiración que siento, ahora, que apenas roza mi piel, a pocos instantes de tus labios. No vuelvas atrás, amor. Deja que sea yo quien vaya adelante, a llevarte conmigo.
Yo te amo, amo solamente tú. Eres la única, la única, siempre lo has sido. Ninguno te amará nunca como te amo yo. Él no te amará nunca como te amo yo.
Lo sabes, ¿verdad? Dime que lo sabes, amor.
Mas bien… no digas nada. No debes pensarlo. No debes seguir sufriendo más, y hacerme sufrir a mí. Ya has sufrido demasiado, amor: Y he sufrido demasiado también yo, porque te perdía sin haberte tenido. Porque no podía aceptar la idea de perderte, pero aquel sueño tuyo tan vivo y profundo te llevaba lejos de mí.
Cuanto miedo me has dado, Óscar.
Pero era un sueño, amor, era sólo un sueño. No era aquella la realidad que buscabas. Soy yo la realidad, Óscar, mírame. Soy yo.
Eras hermosísima al tramonto, hoy, cuando me has sonreído, antes de regresar a casa. No había un motivo preciso para sonreír, y tú me mirabas, y estabas feliz en el rojo de aquel cielo, en medio de la hierba de aquel campo recién cortado. Y a su perfume.
Mis ojos estaban plenos de ti. Estaban plenos de tu rostro que sonreía. Te me acerqué, y no podía hacer menos que seguir mirándote. Nunca te había mirado así. Y tampoco tú. Nos hemos mirado sin bajar la mirada, sin incomodidad, una sonrisa apenas esbozada sobre los labios.
"Porqué me miras así…", me has dicho. Yo no he respondido, y te he sonreído una vez más, y no sé lo que me ha dado, pero ha sido la cosa justa… te pasé un brazo sobre los hombros, y te sentí temblar.
Cómo tiemblas ahora. Sí, estás temblando. Es imperceptible, casi, tu respiración: Pero yo la advierto, porque estás aquí, y te estoy abrazando, ante el fuego.
¿Cómo ha sucedido que hemos terminado abrazados? ¿Quién ha sido el primero? Casi no consigo recordarlo, mi corazón ahora está demasiado pleno de ti para recordar cualquier cosa.
Pero acaso ha sido justamente el encanto de este día, que se ha quedado lo mismo, suspendido, también después, después de que hemos regresado aquí, después que hemos cenado juntos Después que hemos bebido juntos, y nos hemos sentado cerca, ante el fuego. Siempre es diverso cuando estamos en Arras, cuando venimos aquí.
Tú eres diversa, y soy diverso también yo. Pero es sólo aquí que somos verdaderamente nosotros. Aquí en la casa de Arras, donde tú no eres una mujer que debe parecer un hombre, y no eres el comandante de la Guardia Real, sino la muchacha que ha crecido conmigo, y que amo. Donde yo no soy tu sirviente, tu siervo, tu caballerizo fiel que no cuenta para nada, ante el mundo: Pero soy André, soy solamente André que te quiere bien, y que esta noche te tiene entre los brazos, porque el mundo está lejos. Lo hemos cerrado afuera de la puerta, esta noche.
Amor, amor mío, has sido también tú quien ha querido cerrarlo afuera. Fuiste tú quien quiso venir a Arras, junto a mí.
Quisiste venir porque tenías ganas de unas vacaciones, porque sentías la necesidad de apartarte de todo. Porque estabas cansada, sobre todo por aquello. Cansada de desgastarte, de desperdiciar tu corazón.
Yo lo entendí, ¿sabes? Siempre comprendo lo que sientes, hasta cuando me haces daño. Es una cosa natural para mí comprenderlo, no lo hago a propósito. Mas bien, hubieron momentos en los que no habría querido, en los que saber lo que estabas sintiendo me pareció una condena, solamente.
Cuando llegó él, y en un instante sacaste de ti todo lo que en una vida yo no había nunca conseguido.
¿Porqué yo no lo conseguí y el sí? ¿Porqué, si yo toda la vida te he amado, si haría cualquier cosa por ti, si siempre he estado a tu lado y pasamos nuestros días juntos, y siempre soy un punto firme para ti, un sostén, alguien del cual estar segura, sobre quien no tener dudas, sobre quien poder contar, en cualquier caso?
Pero cierto, es por esto que no lo he conseguido. Justamente por todo esto, y porque tú lo sabes.
Pero ahora estás aquí, has apoyado la cabeza sobre mi hombro, te dejas abrazar por mis brazos. En cambio, parece que aquí tú me ves de veras. Siempre ha sido así, en Arras, y es por esto que yo lo amo tanto: Porque es un lugar nuestro, porque es nuestro puesto.
Y de hecho aquí no estás pensando en él.
Yo no creía poder odiar a alguien, en mi vida, pero en cambio a él lo odié. No me gusta pensarlo, pero es la verdad.
Y el motivo es solamente uno, en el fondo: Lo odié porque tú lo amabas.
Porque le dirigías miradas que habría dado cualquier cosa para recibir yo. Porque te he visto llorar, por él. Porque ha sido su llegada la que me confirmó lo que ya sabía de ti, de tu corazón, de tu naturaleza dulcísima de mujer, de tu necesidad de amor. Vi todo esto en ti cuando llegó él.
Pero yo lo sabía, ya lo sabía.
Lo he odiado porque no se daba cuenta de nada. Aunque si, lo sé, habría sido mi fin si se hubiese dado cuenta. Lo he odiado porque no entendía, porque se preguntaba cómo es que habías podido nacer mujer: ¿Como podía preguntarse algo así? ¿Cómo podía herirte así? Lo habría zarandeado a puñetazos, aquel día. Y lo habría bendecido, porque le habría bastado una mirada para llevarte lejos, y no lo hizo. No supo hacerlo.
Lo he odiado porque tú sufrías, y porque no había nada que yo pudiese hacer para impedirlo. Y porque verte sufrir por aquel motivo fue el dolor más grande de mi vida.
Pero ahora basta, no lo pienses más, Óscar. No lo pensaré tampoco yo. No me importa si era una buena persona, si fue un amigo sincero, no me importa nada. Basta, él no está, aquí, estamos nosotros. Estoy sólo yo.
Cómo es bueno, delicado, tu perfume junto a mí. Cómo es dulce tu rostro. Está casi acostado al mío, lo sabes, ¿lo sientes, amor? Oh sí, lo sabes, te estoy estrechando aún, te aprieto más, y si yo aprieto tú te abandonas, no retrocedes, parece casi tu cuerpo me lo esté pidiendo. Óscar, amor, amor mío, eso, quédate conmigo, mira cómo te aprieto, sólo debes quererlo, amor, debes sólo pedirlo y yo te tendré estrecha hasta el fin del mundo. Yo no tengo miedo de amarte, sólo quiero amarte, es la única cosa que quiero, que he siempre querido. Amarte.
Eres hermosa, cómo es bello tu cuerpo, yo lo siento, ¿sabes? Yo lo conozco, son años que lo conozco: hay una imagen precisa en mis sentidos, de tu cuerpo, está hecha de tantas taraceas que junté y compuse con los años, lo conozco todo. La curva delicada de tus caderas: yo sé todo de ellas, lo sé de memoria, la he encontrado todas las veces que te he sostenido para subir al caballo, y bromeábamos, y a ti no te disgustaba si te tocaba así, sobre las caderas, y me dejabas hacer riendo. Las piernas, tus piernas delgadas y ágiles: Cuántas veces te he ayudado a quitarte las botas, cuántas veces te he acariciado las piernas tomando tus botas entre las manos. Y cuántas veces te he llevado en brazos a casa, te he pasado los brazos debajo de las rodillas, he advertido tu cuerpo apoyado al mío, he rozado, he sentido sobre mí la dulce línea de tus curvas armoniosas, que me hacen enloquecer desde siempre, cuando las veo cubiertas por los pantalones adherentes. ¿Cómo es posible que los vea solamente yo, Óscar? ¿Cómo es posible que sólo yo me dé cuenta, al punto de sufrir de celos cuando te muestras a los otros así, con toda naturalidad? Tu cintura, tu cuerpo, tus brazos flexibles, yo los conozco, yo los he tocado, y no he olvidado nada de aquellas sensaciones, las he juntado todas, las tengo conmigo. Tus senos, yo conozco tus senos. Todas las veces que te he abrazado, que hemos luchado y jugado. Todas las veces que me has estrechado tú, que me has entornado con un brazo alrededor de la espalda, que me has venido por detrás y te has apoyado a mí. Son ligeras tus camisas, Óscar, lo he sentido: Yo sé cómo son tus senos, lo sé tan bien que podría dibujarlos, y no me equivocaría. Tu cuello, tu rostro, cuántas veces los he rozado, tocado. Tus cabellos. Cuántas veces los he acariciado con las manos, mientras estábamos sentados a la sombra y tú estabas sentada ante mí, y los he juntado como para atarlos, y he aproximado el rostro a su perfume, y tú me has dejado hacer. Yo sé todo de tu cuerpo, amor, yo recuerdo todo.
Por esto son así tan naturales, mis gestos, ahora que mis manos pueden tocarlo, y tú te dejas hacer.
Como dejas hacer a mi mano, ahora, que está buscando la tuya. La alcanza, la tienes en tu regazo, y la toma suavemente. Estoy entrelazando los dedos a los tuyos, amor… y tú… lo estás haciendo también tú. Óscar, tú tiemblas, y lo haces también tú…
Amor, amor, no me pidas detenerme, amor, no puedo detenerme más, ahora, porque tu mano está dentro de la mía y estamos temblando juntos, y siento la respiración de tu rostro aproximándose al mío, mientras me vuelvo hacia ti sin decir nada, inclinándome lentamente, siempre más lento, hacia ti… No, no detenerme, no detenerme amor, no hay nada en el mundo por lo que ahora me detendría, ahora estás tú, solamente tú, y yo debo besarte, debo besarte inmediatamente, en este momento, ahora…
Oh, sí, amor mío, sí, te amo, te amo… te amo tanto… tanto… Es tu boca, esta, y está sobre la mía… son tus labios, estos, y los estoy rozando… con los míos, yo no puedo creerlo, pero es así, te estoy dando un beso, un beso… y es dulcísimo besarte, amor… yo… te estoy besando de veras, sí, es verdad… Yo quería besarte desde siempre, desde siempre, sabes. Y se me ha escapado un gemido y tú te has abandonado más, cuando lo has escuchado, y te confías en un estremecimiento a mis brazos mientras te beso, aún, mientras te estrecho, mientras te busco siempre más y estás aquí, y te dejas encontrar… Óscar, qué haces, me besas… qué haces, amor… me estás besando ¿también tú?
Sí, sí… me estás besando también tú, me estás besando… es justamente cierto… sí.
*
André… qué haces, André, qué nos sucede, ¿qué estamos haciendo?
Porqué me has abrazado en silencio, sin decir nada, porque yo te lo he dejado hacer, te lo he pedido casi… No sé, no sé qué sucede, André, sólo sé que en este momento no quiero que termine, no quiero que te detengas, no quiero pensar en todo lo que debería pensar para impedírtelo, no quiero… quiero solamente permanecer así, contigo, sobre este diván en silencio ante este fuego encendido dentro de esta casa donde no hay nadie y ninguno que pueda prohibirlo. Donde no debo pensar en nada de todo lo que estoy constreñida a pensar, cada día. En nada, excepto en ti.
Porqué, porqué me está sucediendo esto, porqué siento tus dedo entrelazados a los míos y estoy temblando, y es como si supiese ya todo de tus manos, de cómo me rozas, del calor de tu cuerpo y de su estrecharse al mío… oh André, André, qué me has hecho, André…
No debo, no debería, lo sé, lo sé que no debemos pero yo lo quiero… porque está desapareciendo todo, entorno a nosotros, y yo no veo más nada… porque veo solo esta tu camisa blanca sobre la que he apoyado mi rostro, y siento su perfume, así pleno de ti, que conozco tan bien pero no había nunca antes sentido como en esta noche, aquí. Estoy sola contigo, y tú estás conmigo, esta noche.
Es contigo que quería venir aquí, a Arras. Estoy cansada, cansada de todo lo demás. He pasado tanto tiempo buscando cosas que no encontraba jamás, desperdiciando fuerzas que no tornaban, luego, y me dejaban allí, agotada, sufriendo sin encontrar una explicación, un motivo. Estaba cansada, desde hace tanto tiempo estaba cansada, desde hacía tanto tiempo había cerrado los ojos para no ver, había buscado cerrar el corazón para no sentir, para ya no sentir…Para no sentir otra confirmación a mi soledad, a mi dolor, a mi deber quedarme en mi lugar, en mi lugar, el puesto que desde el inicio había sido escogido para mí. Y también él me ha dado esta confirmación, sabes, me la ha dado no obstante todo. No obstante mis esperanzas y sus buenas intenciones de no herirme, si para herirme le bastaba con no hacer nada, no darse cuenta por la enésima vez, no verme… Estaba cansada de todo esto, sí, y también de él… también de él, sí, sí, es justamente esto, sí…
Estaba cansada de todo, pero no de ti, André. No sé por qué, pero tenía necesidad de quedarme sola, y tenía necesidad de que tú te quedases sólo conmigo.
Hemos venido aquí, a nuestra casa de Arras. Es nuestra casa, esta, y de ningún otro, no.
Pero ahora me estás abrazando y yo estoy aquí, y qué haces, André, qué estás haciendo… no lo hagas, por favor, no sigas adelante, no estoy en grado de decirte no, ahora, no estoy en grado y me siento como si no lo hubiese nunca estado. Porque tus manos me rozan, se mueven sobre mí, me estrechan suavemente la cintura, los brazos, los hombros, mientras me vuelves para mirarte y me miras… porque estás inclinando el rostro sobre mi rostro, ahora, porque consigo sentir tan fuerte tu estremecimiento apoyado a mí, porque tu respiración contenida me está llenando de emoción y de gozo, porque me estás haciendo desear decir "sí"…
André, André, qué me has hecho, André… porqué no te has detenido, no… no te detengas, no te detengas, no, no dejes de abrazarme, de buscarme con los dedos y la respiración y con los ojos que me miran fijamente penetrándome como nunca he visto… qué hay dentro de tus ojos, André, qué estás pensando, qué quieres hacer… oh, lo sé qué quieres hacer, no… no lo hagas, no… no sería capaz de decir que no si tú lo hicieses… sólo sabría dejar que lo hicieses, y decirte sí, hazlo, por favor, hazlo, no te detengas, te lo ruego, no te detengas aún cuando me escuches decir detente, detente, detente André… André…
Cómo son leves… oh… cómo son ligeros tus labios que me acarician el rostro, y tu respiración sobre mis mejillas, sobre mi piel, sobre mis labios, sobre mis labios, ahora… qué haces, qué haces, porqué… Sí, André, bésame aún, no dejes de besarme, por favor, aún… nunca antes he sido besada, André, es bellísimo, y es hermoso que seas tú…
Son besos ligeros, ligeros y plenos de emoción, plenos de pasión, de deseo de mí… ¿Es esto lo que quiere decir desear, André? ¿Y así que tú me deseas, es esto? Es hermosísimo si es esto, André, nunca antes de ahora lo hubiera sabido… es por esto que siento mi rostro girarse hacia ti, y mi cuerpo apretarse al tuyo como para pedirle que lo contenga entre los brazos, que no lo deje, ¿no dejarlo más?
… Ahora qué… qué haces, André… este beso no es como los anteriores, tus manos no me aprietan más como antes, son más fuertes, apasionados, ahora, y tu boca ya no me está rozando, me está persiguiendo, está buscando la mía… y es tan dulce y prepotente, ahora… me está tomando, me está pidiendo más…
André… es bellísimo… es bellísimo este abrazo tuyo y este beso tuyo que se ha hecho grande como eres grande tú, en este momento, mientras alzo el rostro hacia el tuyo para que me alcance, y me proteja… este beso que no se detiene y no tiene miedo, como si supiese, como si quisiese, como si pudiese raptarme sin siquiera pedirlo… y sí… me lleva lejos sin pedirlo, ahora, me lleva lejos haciéndome desear pedirlo… Oh André… justamente esto es bellísimo… quiero darte lo que estás tomando y que no me pides… quiero pedirte tomarlo, sí…
Qué sucede, qué nos sucede, André, porqué te he sentido gemir cuando te he respondido, porqué me han salido las lágrimas cuando lo he sentido, porqué hay algo dentro que querría sacar, que querría decir mientras me estás besando, mientras tus manos aprietan fuertemente mi abrazo y tus dedos están presionando mi cuerpo, y tu respiración está dentro de mi respiración y en mis cabellos, sobre tus cabellos que me rozan el rostro, entre tus brazos, en mis brazos, dentro de mi corazón… qué querría decir… qué debo decir… qué cosa…
Sí… sí… sí, es esto lo que debo decir, André, al improviso ahora sé lo que debo decir, que lo quiero decir mientras me estás besando y te estoy besando también yo, y estamos estrechados, enlazados sobre los cojines, y has cerrado los ojos y los he cerrado también yo y te estoy besando y soy feliz, soy feliz, soy feliz, eso es lo que debo decir, amor, amor, amor, es esto el amor, sí, es esto, sí amor… yo te amo, te amo, es verdad, te amo, te amo, yo te amo, amor…
"… Óscar…"
"Yo te amo…"
"Óscar…"
"Te amo, oh… te amo, André…"
Fin
Mail to alessandra1755@yahoo,it
Traducción del italiano al español: Shophy Zegarra
Lima, lunes 16 de junio de 2008.
Pubblicazione del sito Little Corner dell'ottobre 2008
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